Esta semana, en una reunión, alguien me dijo con mucha seguridad: “La inteligencia artificial va a reemplazar a los creativos”.
Lo curioso es que no pude evitar sonreír.
Claro que la IA está cambiando las reglas.
La usamos en la agencia todos los días: para explorar información más rápido, para ordenar datos o para hacer lluvia de ideas.
Pero cuanto más la usamos, más claro lo tengo: la creatividad no está en el orden estricto que nos puede dar máquina, si no en la capacidad humana de generar caos.
Una herramienta como ChatGPT puede escribir diez mil frases en apenas unos segundos. Pero nada de lo que pueda hacer la IA tiene valor si detrás no hay una persona que sabe lo que busca.
Nosotros somos los que tenemos el criterio para elegir y amoldar la idea adecuada a cada proyecto.
Nosotros somos los que aportamos valor.
De hecho, si lo piensas, no es la primera vez que el marketing se enfrenta a una revolución tecnológica. Pasó con la llegada de internet, los smartphones y las redes sociales. Y siempre se dijo lo mismo: “esto lo cambiará todo”. Y sí, claro que cambiaron muchas cosas. Cambiaron nuestras dinámicas sociales, nuestras necesidades, nuestra manera de hablar.
Es curioso que lo único constante en nuestras vidas sea el cambio y aun así seamos siempre tan reacios.
Parece que se nos olvida que la adaptación al cambio es lo que nos hace humanos. Nos encantan los retos y encontrar nuevas maneras de ver las cosas y explotar nuestra creatividad.
Por eso creo que la IA no está aquí para sustituirnos, si no para agilizar nuestra creatividad, poniendo en nuestras manos una herramienta más. Nos obliga a ir un paso más allá de lo que una máquina puede hacer.
Y al final, ese es el verdadero reto del marketing: aportar valor humano. Hoy y siempre.
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